Un obra muy sencilla que se puede trabajar desde los 3 años y que es fácilmente de adaptable a casi cualquier grupo clase. Sus ilustraciones son detallistas y expresivas, acompañadas de un texto corto y sencillo, de hecho casi se entiende la historia sin leerla.
Como actividad se podría realizar un emocionómetro o hacer que cada mañana los niños expresen como se encuentran, ya sea diciéndolo en la asamblea, colgando pinzas con emoticonos en su foto... A partir de los 5 años se podría realizar también un bote de lárgimas de la clase, en el que los niños van escribiendo lo que les pone tristes a lo largo del día. Al acabar el día, se leerán y comentarán todas esas cosas.

A mí me encanta este cuento y el hecho de que el protagonista sea un niño y no se le de demasiada importancia al sexo del niño llorón pues nos hace ver que da igual que sea un niño o una niña quien llora. Con esto me refiero a que no es exagerada la ruptura con el rol de género, sino que está presente de una forma normal y natural. Además creo que nos hace ver que no es tan malo llorar y es importante hacerlo. Esto no lo debemos olvidar porque cuando llora la gente que conocemos, y en especial los niños, siempre intentamos hacer que pare, cuando esa persona lo necesita. Sin embargo, no nos sabemos enfrontar a una persona que llora pues nos da apuro y acabamos haciendo lo posible por animarle.
Creo también que tiene muchos otros temas ocultos, no solo la tristeza y los roles de género como ya dije sino también el acoso escolar entre muchos otros.
En fin, un libro sencillito y corto que os animo a leer y quien sabe si a comprar =)
Meilan, A. e Mayo, M. Lágrimas bajo la cama. Madrid: Vivelibro